Ha sonado la hora de Quintana María. El río Ebro sacó el pecho fuera y habló de esta manera a los pinos y a otros árboles de sus orillas, a las aves que en ellos anidan, a los montes y a los viandantes de la carretera que es el nervio de asfalto del riente, noble y deleitoso Valle de Tobalina.
"El lugar de Quintana María"
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